Todos necesitamos un Morpheus


"Ésta es tu última oportunidad. Después ya no puedes echarte atrás. Si te tomas la azul, la historia acaba y despiertas en tu cama y crees lo que tú quieras creer. Si te tomas la roja, despiertas en el País de las Maravillas y te enseño que tan profundo es el hoyo".
--Morpheus, The Matrix 1999.


Todos los emprendedores necesitamos un Morpheus como el protagonizado por Laurence Fishburne en "The Matrix". Alguien que apoye nuestras ideas alocadas, pero que a la vez ponga nuestros pies sobre la tierra. Los líderes de las nuevas organizaciones enfrentan este dilema siempre: realidad o fantasía. ¿Quién es el Morpheus de tu empresa? Si no tienes uno, necesitas conseguirlo.

Si quieres ser exitoso tienes que tomarte la píldora roja de vez en cuando como Neo. Las preguntas que te hacen responder la píldora roja son, por ejemplo:

1. ¿Cuándo realmente tu producto va a estar listo para el mercado?
2. ¿Cuál es tu verdadero y total costo de operaciones?
3. ¿Cuándo te quedaras sin dinero?
4. ¿Cuántas de tus potenciales ventas van realmente a convertirse en realidad?
5. ¿Qué puede el producto o servicio de tu competencia hacer que el tuyo no puede?
6. ¿Quién(es) de tus empleados no lo esta haciendo bien?
7. ¿Estas haciendo todo lo que puedes para proteger el valor de los inversionistas de tu empresa?

Algunas veces tu Morpheus puede ser más de una persona. Durante las diferentes fases de tu negocio para diferentes actividades, el role del Morpheus podría variar:

- Un Morpheus para investigación y diseño que te diga que lo que tú estas creando es defectuoso para el mercado.
- Un Morpheus en operaciones para decirte que tu sistema no puede manejar el negocio.
- Un Morpheus en finanzas para decirte que estás gastando mucho (o muy poco) dinero.
- Un Morpheus ético que te diga que estas inculcando malos valores en la organización.

Cada organización necesita diferente tipos de Morpheus, pero lo cierto es que todas necesitan al menos un Morpheus que te suministre la píldora roja cuando sea necesario.

Tomado del libro: The Art of The Start, Guy Kawasaki.

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