En Panamá y en muchos países latinoamericanos estamos esperanzados en terminar una carrera para convertirnos en empleados. Ser empleados no es lo malo, lo malo es que nuestros sueños se vean limitados por nuestro empleo; llegaremos ha ganar el salario que nuestro puesto indique, a vivir la vida que todos los empleados con mi posición viven.
Pero, ¿acaso no es cierto que todos tenemos sueños?
Necesitamos perder el temor a tirar nuestra vaca "nuestro título profesional", nuestro "status" de persona asalariada esperando la próxima fecha de pago. Sólo así nos daremos cuenta del estupendo talento y las enormes oportunidades que se abren a aquellos que nos atrevemos a perseguir nuestros sueños.
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