Debbi Fields - Historia de Éxito

"Yo estaba muy feliz de ser un ama de casa", dice Debbi Fields, fundador de Mrs. Fields Cookies. "Me sentí orgulloso de estar ahí para mi marido, pero no necesariamente me hace sentir muy bien." Anhelo de algo más de la vida de ser sólo una madre y una esposa, Campos volvió la pasión por la cocción en una empresa multimillonaria que ha seguido atrayendo a un público fiel en todos los EE.UU. No tenía un título en negocios o el apoyo de su familia, pero lo que Fields tenía era un sueño.

Ese sueño comenzó el 18 de septiembre de 1957, cuando Debra Jane Sivyer nació en Oakland, California. Con cuatro hermanas mayores, Fields nació de un padre soldador y una madre ama de casa. Ella era una estudiante promedio, pero Fields encontró su que atención por  la escuela era remplazada en la cocina. Amaba  hornear galletas y ver la reacción positiva de su familia y amigos al comerlas.

Cuando Fields tenía 13 años de edad, comenzó a trabajar y utilizar el dinero que había ahorrado para comprar los ingredientes de sus galletas. De la vainilla a la mantequilla con chispas de chocolate, Fields no podía ver un mejor uso de su dinero que poner hacia sus galletas - la única cosa que se encontró con que era bueno y le encantaba hacerlo.

Después de graduarse de la escuela secundaria, Fields se reunió y se enamoró de Randy Fields, un graduado de la Universidad de Stanford. Los dos se casaron cuando Campos tenía sólo de 19 años. Desde allí, Fields asumió el papel de ama de casa.

Fields encontró la parte más difícil de la experiencia de ser pareja cuando asistía a  reuniones sociales. La gente le preguntaba a que hacía para ganarse la vida. Ella no tenía nada, salvo responder que era una ama de casa, Fields consideró que su vida  no era del todo feliz.

Una noche, sin embargo, todo cambió. "Tuve la oportunidad de un gran avance", dice Fields. Un amigo de su marido había invitado a la pareja a su casa para la cenar. Fields fue inmediatamente impresionada. "Llegamos y al instante yo sabía lo importante que es este caballero era, porque en la entrada de su casa la puerta era de hierro macizo", recuerda.

Después de entrar en la casa, Fields se separó de su marido y acabó en la biblioteca con el otro hombre. De la nada, le preguntó: "Debbie, ¿qué estás tratando de hacer exactamente con tu vida?" Después de pensar en una respuesta adecuada, Fields respondió: "Estoy tratando de conseguir orientación." El hombre inmediatamente se levantó, caminó más a la estantería para coger un diccionario y lo lanzó a Fields. "Escuche, si usted no puede hablar el idioma Inglés, entonces simplemente no puede hacer nada", dijo. "La palabra no orienta, es usted la que lo hace".

El hombre salió de la habitación y Fields estalló en lágrimas. "Entonces, me senté y pensé, '¿Sabes, nunca más. Nunca más quiero sentir lo que siento ahora", se dijo ella. "Porque lo que nadie quiere entender es que yo también quería ser alguien. Pero, ¿cómo ir por la vida queriendo ser alguien y no saber cómo? "

Fue una experiencia de abrir los ojos para Fields, y que cambiaría para siempre su vida.

Después de darse cuenta de lo insatisfecha que su vida se había convertido, Fields decidió que algo tenía que cambiar. Y, ella supo instantáneamente lo que era. "En esa habitación, esa noche, tomé una decisión que iba a entrar en el negocio de galletas," dice Fields, "que esa era mi vocación, que eso era lo que podía hacer mejor".

La semana después de haber tomado su decisión, Fields pensó que era el momento de presentar la idea a su familia. "Ustedes saben, que todos estos años han estado comiendo mis gallestas", les dijo Fields. "Todos estos años han estado diciéndome lo maravillosos que son. Bueno, he decidido que voy a entrar en el negocio de las galletas ".

Fields no estaba seguro de qué esperar, pero pensó que, al menos, apoyarían su plan. Estaba equivocada. Tanto sus padres, así como su marido se opusieron a su decisión, afirmando que no podría sostener un negocio por sí misma.

Fields no les hizo caso a ellos para llevar su misión. Tomando su plan de negocio escrito que había redactado, junto con un lote de galletas recién hechas, Fields comenzó a acercarse a los bancos uno por uno con su propuesta. Para su sorpresa, felizmente se comieron sus galletas sólo para luego rechazar su plan de negocios momentos más tarde.

Estaba tan desesperada por encontrar el financiamiento que empezó a ir a través de las instituciones de uno en uno a través de las Páginas Amarillas. Sin embargo, estaba teniendo poco éxito. Nadie quería apoyar una mujer sin experiencia empresarial y poca educación formal para arrancar un negocio.

Asi fue hasta que un día, Fields encontró un banquero que veía a través de la falta de experiencia su pasión detrás de todo. Estuvo de acuerdo en dar a Fields el dinero que necesitaba para conseguir su sueño, aunque fuera en el 21 por ciento de interés. "Fue el dinero más barato que pude tener", dice Fields, "porque era el único dinero que podría obtener."

En Palo Alto, California, en 1977, Fields abrió su primera tienda de galletas. Aunque las ventas tardaron en comenzar y Fields se vio obligado a salir a la calle para ofrecer muestras gratis, se mantuvo en marcha y funcionando. Durante los próximos seis años, las tiendas "Mrs. Fields Cookies" se multiplicaron en todos los EE.UU. A finales de 1984, había más de 160 puntos de venta en todo el país, que junto con cuatro tiendas internacionales, traían unos $ 45 millones en ingresos. Hoy, con más de 2.300 localidades y los ingresos de cerca de $ 1 mil millones, la empresa sigue siendo una de las marcas más fuertes en el país.

Fields ha vendido desde entonces la empresa que empezó, pero sigue siendo activa como consultora y portavoz oficial. Es autora de varios libros best-seller de cocina, y organizó su propio programa semanal de televisión llamado "Great American Desserts". En 2003, su éxito fue tal que Fields fue incluida en la Sociedad de Empresarios, una decisión tomada por sus compañeros para recompensar sus logros , el liderazgo y la determinación. Fields también es ahora la madre de cinco hijos, un título que lleva la mayor parte del tiempo con orgullo.