
Hace algunas semanas regresĆ© de un viaje de toda una semana al Silicon Valley, en el que participĆ© de un taller / seminario / gira para conocer los diferentes elementos del ecosistema de emprendimiento, innovación y capital de riesgo de la región de San Francisco Bay. Fui representando a la Ciudad del Saber como parte de una misión de PanamĆ” organizada por CAPATEC y financiada en parte por SENACYT, y en la que participaron ocho empresas de tecnologĆa de información de PanamĆ”. Como gerente del Acelerador de Empresas de la Ciudad del Saber, mi misión fue aprender sobre el ecosistema emprendedor y transferir la experiencia a nuestra realidad.
De entre todas las cosas que vivĆ, lo que mĆ”s me llamó la atención fue el aire que ahĆ se respira. Y no me refiero a los hermosos dĆas soleados del norte de California, con esa brisa fresca que corre entre las muchas y hermosas colinas bajas que rodean las ciudades del Ć”rea, sino al espĆritu de lucha, competitividad y arrojo de los muchos emprendedores que ahĆ viven y que son provenientes de todas partes del mundo, y que dĆa a dĆa luchan por sacar adelante sus emprendimientos globales, colaborando entre sĆ.
Estuve con emprendedores de Japón, China, India, México, Costa Rica, Argentina, Estados Unidos, entre otros, y me tocó escuchar y conversar con Ôngeles inversionistas, capitalistas de riesgo, consultores, abogados, y mentores de emprendedores que trabajan en el Valley. Y todo lo que ahà se respira, ademÔs de mucho trabajo y competitividad, es innovación, sobre todo en la forma como se relacionan entre sà todos ellos.
Esa forma de relacionarse entre ellos ha quedado plasmada en mi mente de forma indeleble. ¡Es que es tan distinta a la que por nuestros lares se vive! AcĆ” tenemos una crónica desconfianza de los demĆ”s, sobre todo en ambientes empresariales. AllĆ”, por el contrario, actĆŗan permanentemente en colaboración, compartiendo sus ideas de negocios, sus aprendizajes y experiencias, y siempre buscando conocer mĆ”s personas para aprender de ellas, y enseƱarles tambiĆ©n.
La diversidad de razas, religiones, ideas polĆticas, idiomas, acentos, preferencias sexuales, entre otras, y el valor que ellos le dan a esta diversidad, forma parte tambiĆ©n de esa forma de relacionarse que observĆ©. AllĆ” ven la diversidad no solamente con buenos ojos, sino que la valoran como uno de los elementos que fomenta la creación de riqueza de todos… leyeron bien… de todos. Suena como si no estuviera hablando de la sociedad mĆ”s individualista de la tierra, pero si, estoy hablando de ellos mismos. Ellos tienen una conciencia colectiva de la importancia de la colaboración para todos ganar, aunque luego cada quien busque individualmente sus logros económicos o de otro tipo. De eso tambiĆ©n carecemos en gran medida acĆ” al sur, donde a pesar de tener sociedades mĆ”s “colectivas” en cierta medida, somos individualistas hasta la pared de enfrente en lo que se refiere a colaborar como sociedad para el bien comĆŗn. Es una paradoja que ha quedado fuertemente calada en mi consciencia y de la cual quiero leer y aprender mĆ”s.
¿Ustedes quĆ© opinan?
Algo estamos haciendo en la lĆnea de la colaboración, y es la Comunidad de Emprendedores que estamos organizando y que dirijo, que ojalĆ” contribuya la movilización colectiva de la que hablo. Los invito a que participen activamente.