
Por irracional que parezca, hay personas y equipos que desisten de la posibilidad de ser campeones solo porque no son capaces de persistir. Tienen todo para triunfar, excepto la disciplina de mantener el esfuerzo, el rumbo, y el método de trabajo sostenido en la dirección correcta. Dicen estar en un "proceso", cuando en realidad es un "exceso" de improvisación y de apuesta a la suerte, de la que dependen los que no trabajan duro.
Cuando se carece de constancia, el equipo resulta ser como una veleta, ese frágil instrumento que se mueve al vaivén del viento; por más grande u ostentoso que sea, es el vaivén de las circunstancias el que los mueve. Así pueden ser las mentes de quienes dirigen equipos, acomodadas a las conveniencias de corto plazo, a la complacencia de intereses o a caprichos de algunos de sus jugadores o actores externos. Son constantes, sí, pero en cambiar de dirección. Lo contrario es igualmente riesgoso, cuando se confunde ser constante con ser testarudos y morir con una idea equivocada antes que ceder ante la evidencia; allí no hay "proceso" sino "poco seso", como se dice popularmente.
La constancia une visión con resultados, convierte cada cuota de esfuerzo en un paso bien dado, y asegura el avance. Con ella se logra todo o algo, pero sin ella, es seguro que no se logrará nada. Según un viejo refrán, el perro le dice al hueso: "si tú estás duro, tranquilo porque yo tengo tiempo". Y de eso trata la constancia, de luchar sin cesar, de comprender que no llegaremos más lejos por poseer fuerza sino por usarla con perseverancia. La Madre Teresa lo advierte con claridad: "Para lograr que una lámpara esté siempre encendida, no debemos dejar de ponerle aceite".
¡Cuánto lograríamos si fuéramos constantes! Si aprendiéramos de éxitos anteriores para continuarlos y mejorarlos, si entendiéramos que, como sugiere Pitágoras, con orden y tiempo se encuentra el secreto de hacerlo todo, y de hacerlo bien. La historia reciente del deporte cuenta de muchos equipos que, sin jugadores de renombre, sin estrellas, con pocas capacidades técnicas y recursos escasos, pero sin excusas, se pusieron el "overol" de la virtud de las virtudes y fueron sencillamente constantes, convencidos de que solo los que jamás abandonan el combate ni a sí mismos, serán inscritos en las páginas de la celebridad, pues ¿quién recuerda al que desiste?
German.retana@incae.edu
2 comentarios:
Felicidades por el articulo Don German le habla Oscar Zapata, un MAE egresado de Nicaragua...
Para hablar asi de firme hay que predicar con el ejemplo.
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